El sábado, 21 de octubre, el colectivo de artistas Antzezaleak, de Algorta, realizó una excursión–concurso a las bodegas Eguren Ugarte en Laguardia.
El día amaneció otoñal, amenazando lluvia, pero eso no arredró en absoluto a los animosos participantes.
Nada más llegar al destino, efectuaron una visita guiada por las modernas instalaciones del complejo que, aparte de los viñedos y locales para la elaboración, crianza y almacenado de los distintos caldos, cuenta con un fabuloso hotel y varios salones para comidas y celebraciones.
El recorrido a través de las naves fue muy interesante; sobre todo el paseo por el laberinto de cuevas abovedadas con rincones y plazoletas peculiares, horadado bajo la colina sobre la que se erige la bodega.
Después fue el momento de la cata de vinos, junto con un aperitivo, que entonó a los excursionistas.
Y llegó la hora del concurso. Los artistas se diseminaron por el paisaje buscando diferentes puntos de vista, y pusieron manos a la obra plasmando la campiña multicolor en óleos, pasteles y acuarelas.
Mientras, los que no se animaron a participar, realizaban una excursión cultural al estanque celtibérico de la cercana Laguardia.
Todos se reunieron a la hora de comer. Excelentes viandas riojanas regadas con generosos vinos de Eguren Ugarte, fueron degustados en un ambiente festivo y amistoso. A los postres acompañó Vitorino Eguren, el patriarca de la familia, que no dudó en sumarse a las bilbainadas que se entonaban, encantando a los allí reunidos con su envidiable bonhomía y cordialidad.
A los postres se entregaron los premios. Tres fueron los otorgados por el jurado de la bodega. El primero correspondió a Marimar González, el segundo a Carlos Díez, y el tercero a Patxi Pérez de Eulate. Otros dos los concedió el colectivo. Fueron para Esther Azagra y José Javier Landeta. Hubo regalos para los demás participantes, además de sorteos entre todos los demás comensales.
Gracias de nuevo a Vitorino, Mercedes, Crisobela, Cristina y a todos los demás miembros de Eguren Ugarte que con sus atenciones y amabilidad hicieron que el día resultase de lo más agradable.
Caía la tarde cuando el autocar deshizo el camino de vuelta a Algorta (ah, un saludo a Aitor, el chófer, amable y colaborador en todo momento), llevando en su seno a un grupo cansado alegre y feliz.